El valor del maquillaje va más allá de la vanidad o las tendencias, desde muchos años atrás se le ha visto como un elemento cultural que refleja características, intereses, incluso estatus o poder. A través de un artefacto se puede conocer sobre una cultura, suceso e ideología; en esta ocasión queremos contarte la historia que ha marcado al labial y lo ha vuelto imprescindible en nuestra cotidianidad.
Desde la época paleolítica, las personas ya acostumbraban a pintar sus cuerpos con arcilla, grasas de animales y vegetales, bajo la finalidad de proteger sus cuerpos de los rayos solares.
En la Edad Moderna, las principales civilizaciones como la egipcia, romana y griega pintaban sus labios para resaltar sus niveles de sofisticación y opulencia. En el caso de los egipcios trituraban cochinillas o escarabajos para obtener un color rojizo y escamas de pescado para obtener el azul, morado y negro; además tenían la idea de que era un medio con el que trascendían al más allá. Por otro lado, en la civilización romana sólo las mujeres de clase alta pintaban sus labios, usaban tonos violetas o rojos elaborados a base ocre, hierro y plantas, agregando una base de plomo blanco. A diferencia de la cultura china, las mujeres creaban labial de cera de abeja, pigmentos rojos hechos de plantas trituradas y sangre de animales para cuidar sus labios del frío y clima seco.
El labial en barra sólida se comenzó a ver en el siglo X en Medio Oriente, creado por el cosmetólogo Abu al Qasim al Zahrawi, se distinguía por ser un crayón envuelto en seda, por lo que era frágil y poco accesible de transportar. Ya en la Edad de Oro, tuvo más popularidad por la reina Elizabeth I, quien pintaba sus labios de rojo brillante con el fin de simular juventud y buena salud ante un entorno donde predominaba la viruela, sin embargo fue posiblemente la causa de su muerte por el plomo y vinagre que contenían los labiales en aquella época.
La percepción que se tenía sobre el labial cambió durante el siglo XVIII en Europa, principalmente en Inglaterra, ya que se le asociaba a la brujería, incluso en 1770 el Parlamento Inglés llevó a la hoguera a mujeres que usaban labial y específicamente el rojo; en el siglo XIX se retomó su uso pero sólo en Francia.
En 1870 Guerlain fue la primer marca en vender un labial similar al de la actualidad, era un tubo de grasa con cera de abejas y aceite envuelto en papel para transportarlo, se lanzó bajo el nombre de Ne m’Oubliez Pas “No me olvides”; ese fue el suceso que dio pauta a la evolución del labial, pasando por el tubo metálico inventado por Maurice Levy en 1915 hasta caracterizarse de ser giratorio en 1923 gracias al ingenio de James Bruce Mason Jr.
Dos sucesos hicieron del labial un artefacto simbólico, uno fue en Estados Unidos en 1912 cuando Elizabeth Arden motivó a las sufragistas a marchar por las calles de Nueva York con los labios rojos para exigir el voto femenino. Otro fue durante la Segunda Guerra Mundial, el labial rojo fue una postura política al ser usado por mujeres de las tropas aliadas como símbolo de optimismo, ya que Hitler estaba en desacuerdo con este color en los labios; de hecho fue la misma Elizabeth Arden quién presentó el famoso labial Victory RED a las mujeres que se unieron al ejército.
Con el paso de los años fueron surgiendo más colores, los tonos pálidos como el melocotón y rosa aparecieron en los 60s y 70s, los tonos oscuros como el negro y morado en los 80s y los tonos nude con acabado de gloss y brillos en los 90s. A la par también se fue modificando su forma, por ejemplo la punta del labial para mayor precisión y su composición de larga duración, todo ello se logró en los 50s.
Si bien, este producto ha evolucionado y lo seguirá haciendo para adaptarse a las nuevas funciones, sin embargo, prevalecerá porque es uno de los cosméticos más accesibles y que tiene significados diferentes en cada sociedad.
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